Nos hemos despertado esta mañana con un banner de Spotify (pagamos Apple Music y Tidal, bajad ese dedo acusador) que nos anunciaba que el nuevo single de Sebastián Yatra, ‘Adiós’, ya estaba disponible en un playlist de no sé qué canciones románticas. Hija, las ocho y media de la mañana, dejadnos en paz.
Y así, con el café preparado pero aún por tomar, y unas galletitas sobre la mesa, hemos valorado detenidamente si deberíamos añadirle todo ese extra de azúcar. Por que creednos que si esto lo viera el perfil ese que te dice cuántos terrones tiene cualquier cosa que te guste, lo ilustrarían directamente con la fábrica de Azucarera. Pero hemos acabado picando, porque teníamos demasiada intriga.
Y sí, la canción es un poco lo que veníamos viendo. Lagrimita impostada en la mejilla, mucha pasión en una despedida interruptus, mucho quedarte con un nudo en el estómago, pero no por el tema. Ha sido por darte cuenta de que esas galletas que había sobre la mesa caducaban en enero. Chica, no es tan difícil pasarte por el Simago a por un paquete nuevo.
Y mientras tú estás en tu ruina gastronómica, Sebastián Yatra lo está en la inmobiliaria, porque la casa del vídeo oficial para ‘Adiós’ está a puntito de caérsele encima. Sebas -¿podemos llamarte Sebas?-, cariño, cuando decimos que estos meses se nos cae la casa encima no es así de literal. Es por el semiconfinamiento. No hay necesidad de mudarse a mitad del bosque a una casa que igual amianto no, pero una estructura fiable tampoco tiene.
Y ahí está él, vestido como si tuviera la comunión de su primo de Badajoz a la una de la tarde, pero tirado en el suelo con la madera astillada. Que debajo de eso igual sigue habiendo refugiados del bloque de pisos en el que Beret ensayaba por las tardes. Que lo mismo tiene chinches. Tranquilos, que después sale de la casa y va corriendo a un acantilado. En este vídeo lo de ‘Adiós’ por poco es demasiado literal.
