A Liam Payne le ha costado lo suyo publicar su primer largo. El que iba a ser lead single del mismo, ‘Strip That Down’, se lanzó en mayo de 2017, hace dos años y medio, pero ha terminado incluyéndose en el tracklist, porque tampoco canta demasiado en él. También ha incluido los singles posteriores, que no han tenido tan brillante acogida, e incluso sus dúos con Rita Ora o Zedd. Todo ha tenido cabida en ‘LP1’, porque de algún modo había que dar colchón al disco.
‘LP1’ iba a publicarse en enero del pasado año. Iba a ser una mezcla de pop, hip-hop y trap. Mucho trap. De eso no queda nada, porque Payne desechó aquel álbum tras algunas críticas por apropiación cultural -el mismo llegó a reírse de que se le fue algo la pinza con los oros y la pose de rapero-, publicó algunos restos del naufragio en el EP ‘First Time’, y regresó al estudio de grabación con la intención de lanzar algo más orientado al R&B-pop, con Usher o Timberlake como referentes.
Tampoco ese ha terminado de ser el resultado en ‘LP1’, porque Liam Payne tiene mucho morro, es muy fotogénico, pero su perfil artístico es nulo. Nada es reconocible, nada es llamativo, nada tiene un efecto wow en un primer disco en el que lleva años trabajando. Veamos qué lo define entonces.
Sonidos reconocibles, pero manidos
Se inclinaba hacia el R&B, pero el ambiente de ‘LP1’ es prácticamente de pop. Pop sutil, del que ya viene hecho de fábrica, del que puede compararse con cualquier cosa ya editada previamente. Así, los primeros acordes de ‘Remember’ son básicamente ‘Love Yourself’, en ‘Stack It Up’ podría cantarse ‘Havana’ de principio a fin y cortes como ‘Say It All’ podrían haber tenido cabida en algún EP o álbum de The Chainsmokers, hace algunos años. Y es que hasta ellos se han puesto ya más experimentales que todo eso.
El sonido de ‘LP1’ lleva años ahí fuera, tantos que ha dado tiempo a que se desgasten, difuminen y sean representativos de apenas un par de artistas. El resto vienen a la cola, haciendo algo fácil y rápido. Al menos en el primer single, ‘Strip That Down’, e incluso en la ‘Familiar’ que tan poco partido saca de J Balvin, Payne tenía algo de gracia por traer de vuelta el pop dosmilero. De haber tirado por esa dirección ‘LP1’ hubiera tenido algo más de chispa, por mera excusa nostálgica.
Más vale nunca, que tarde
Liam es uno de esos artistas que no necesitaba un álbum. Es decir, el álbum hoy día ha perdido significado cuando la colección de canciones no es cohesiva. Cuando no cuenta algo, o no justifica una colección de temas. Y ‘LP1’ es el más absoluto vacío, virando en torno a amoríos, un punto de chulería ególatra, rupturas sentimentales y demás clichés. Liam no necesitaba recopilar estos temas. Podría haber continuado publicando singles hasta que tuviera, en algún momento del futuro, las ideas y la dirección más claras que ahora. Cuando tuviera algo que contar y no terminara llamando al disco algo como ‘LP1’, que ya es muy significativo de lo poco que se puede rascar en él.
Hoy día los artistas puede subsistir largos periodos de tiempo a golpe de singles y EPs, salir de gira con ellos y esperar a tener un disco en condiciones. La publicación de ‘LP1’ parece más obra del piloto automático de la industria que de la creatividad de un artista.
Blandito, muy blandito
Todo el disco, al menos las 10 primeras canciones que son las inéditas, tiene un tono algo ‘dull’. Todo muy blanco, todo muy neutro, todo muy visto, todo muy light. Al sexy de ‘Rude Hours’ o ‘Hips Don’t Lie’ le falta pasión, al romántico de ‘Weekend’ más verdad y menos precisión, al decepcionado de ‘Heart Meet Break’ y ‘Tell Your Friends’ un poco de mala leche. Todo el disco está cantado con el mismo rollo, nada está matizado, nada tiene el más mínimo detalle. Todo con ese envoltorio de sofisticación poco creíble en el que han metido mano 26 productores, y claro, así les ha quedado la cosa.
Liam Payne ha estado en la cocina todo el año y para cuando se ha decidido a emplatar, lo que le ha quedado es una masa a base de restos que sólo se deja comer cuando se tiene mucho hambre. De lo contrario, es para picar entre lo salvable del álbum: una colaboración con Cheat Codes relativamente bien resuelta como algo pegadizo, las referencias al pasado y el momento Bieber de ‘Remember’.
Todo lo demás, es para estar revolviéndolo hasta dejarlo en los rincones del plato. ‘LP1’ se hace bola y ni siquiera los singles del pasado lo hacen más masticable: en este tiempo, ‘Bedroom Floor’ o ‘Get Low’ suenan igual de pasadas de moda que el resto del disco. Y su público sabe de tendencias, de ahí el #111 que se ha tenido que zampar en Estados Unidos.
Temas clave: ‘Live Forever’, ‘Strip That Down’, ‘Remember’