Hace ahora cuatro años el colombiano Manuel Medrano publicaba su álbum debut. Media docena de temas del disco rondan o superan los 50 millones de escuchas en Spotify, lo que indica que su sonido melódico y su personal voz fueron bien acogidas en el mercado. Pero los años han ido pasando y del segundo disco de Medrano, ni rastro. Eso sí, le hemos podido escuchar colaborando con Beatriz Luengo, Natalia Jiménez o Vanesa Martín.
Y de pronto, este verano, el cantante reaparecía con un nuevo single, ‘Buena’, que poco o nada tenía que ver con aquel primer trabajo, o con el perfil que todos habíamos imaginado de él. ‘Buena’ es un tema trap-pop que arranca con un algo cringey “estás toda buena, toda sexy”. Que sí, luego va arreglándose poco a poco y vuelve a vislumbrarse una capacidad melódica digna en la composición, pero los arreglos pseudo-competitivos del trap ya se han cargado lo que era un buen producto, para dejarlo convertido en un pseudo-Maluma.
‘Buena’ apenas ha marcado 3 millones de escuchas en Spotify en su primer mes y ni siquiera figura entre los 10 temas más populares del artista en la plataforma. Un claro indicativo de cuando un artista de perfil marcado intenta adaptarse a lo que considera el “mercado actual” cambiando de sonido porque cree que eso es lo que funcionará. Pero no, igual que en España no necesitamos que Diana Navarro intente imitar las producciones de Rosalía, tampoco necesita Colombia que Manuel Medrano intente sonar a cantante random de trap. Porque ya tiene una bolsa de público que no es consumidor de este nuevo sonido. Y es más, va a darle la espalda.
Especialmente en estos casos, donde la sobresaturación del mercado impide que muchos lanzamientos funcionen, ¿cuál es el sentido de renunciar a un sonido “propio” y reconocible? Es algo tan habitual y tan erróneo en el pop, que merece la pena ser analizado por este tipo de artistas.