Hace cuatro años se publicaba el último álbum de Will Young, el #1 ‘85% Proof’ que fue el disco menos vendido de su carrera, aunque consiguiera cerrar su trayectoria con un solvente Disco de Oro. Dos años después y sin que el artista se prodigara demasiado por los medios anunciaba “no estar interesado en seguir con una carrera en el pop”. Arrancaba así un parón que, decía, podría ser perpetuo y sólo publicaría un EP de versiones en clave jazz en el último lustro.
Will Young, que padece depresión crónica desde hace décadas, dijo en aquel momento querer centrar sus esfuerzos en estudiar para ser terapeuta -enfocó el apendizaje en el trabajo mediante la música- y continuar con un podcast y sus esfuerzos como activista LGTB.
Pero dos años después de aquel desencanto con el que era su mundo desde hacía casi dos décadas, el artista ha publicado su séptimo álbum de estudio, ‘Lexicon’, de forma independiente y sin las presiones de una casa discográfica. ¿Cómo le ha sentado a Young la vuelta al ruedo en forma de disco completo? Véamoslo con las tres claves que definen el trabajo.
Vuelve con el pop que rechazó en 2017
Está claro que su alejamiento del pop fue bastante fugaz. El disco es absoluta y determinadamente pop y, de hecho, se permite pocas alusiones a cualquier otro género, mientras su disco anterior sí que coqueteaba con sonidos más soul o jazzy. ‘Lexicon’ sigue los derroteros pop de cualquier artista de los últimos años. Tanto, que termina pareciendo algo impersonal de no ser por la voz del propio intérprete, que nos lleva a recordar que el disco es suyo y no de Years & Years (‘Forever’). Suyo y no de Marina Diamandis (‘Dreaming Big’). Suyo y no del último Sam Smith (‘The Way We Were’).
Es tal su renacido interés por el pop, que canciones con ‘Freedom’ o ‘Say Anything’ hubieran agradecido un replanteamiento de otro tipo porque terminan pasando sin pena ni gloria por lo repetitivo de sus elementos. Aunque bien es cierto que se agradece el esfuerzo en su primer single, la pegadiza ‘All The Songs’, o en el corte más funcional del álbum, ‘My Love’, de reminiscencias noventeras efectivas.
Es el hermano pequeño de ‘Echoes’
Lo más significativo de ‘Lexicon’ es el regreso de Richard X a la discografía de Will Young. Juntos dieron en 2011 luz a ‘Echoes’, el disco que pasó a Young a la electrónica y que es de los más redondos de su carrera. De hecho, le dio su último gran hit en el Reino Unido, ‘Jealousy’ y despachó más de medio millón en el país. Pero 2011 queda ya lejos en el tiempo y la magia de Richard X, aunque sigue siendo un productor magnífico, ha quedado algo desdibujada en un ‘Lexicon’ al que le toca cerrar década.
Y sí, hay destellos de brillantez en cortes como ‘Forever’, que pide a gritos un pack de remezclas a manos de Fred Falke, o en ‘Dreaming Big’, en la que Young habla de estar totalmente cegado por alguien a quien se entregaría del todo. Son buenos cortes, generosos en melodía y producción, pero faltos de frescura.
Una frescura que hizo precisamente de ‘Echoes’ algo memorable: veíamos a Will Young probar suerte y lanzarse a la piscina. En este álbum, que también tiene reminiscencias del resto de sus trabajos en algunos otros temas, le vemos casi recordando un pasado en el que todo estaba más claro y le provocaba más ilusión. ‘Lexicon’ transmite cierta sensación de frialdad a lo largo de sus doce cortes, en el momento en el que de más libertad goza el artista.
El disco en el que Will Young menos ha compuesto
Cuatro canciones de doce. Will Young ha metido mano en un tercio de los cortes de ‘Lexicon’, algo bastante poco usual en su carrera: ‘85% Proof’ contenía 8 temas suyos de los 10 totales, ‘Echoes’ 12 de 13, ‘Let It Go’ 11 de 13, ‘Keep On’ 7 de 12 y ‘Friday’s Child’ 6 de 11. Es decir, que ‘Lexicon’ es el disco de Will Young con menos composiciones propias desde su debut post talent show en 2002.
Y casualmente -o no-, las canciones en las que el artista mete mano son las más interesantes del trabajo, lo que podría indicar que él mejor que nadie sabe cómo manejar su propio cotarro. Pero ha decidido delegar y ha podido pasarle factura. Eso sí, ha dejado el disco en buenas manos: Eg White (‘Leave Right Now’) vuelve en la cuca pero inofensiva ‘Get Me Dancing‘, Tom Walker pone letra a una ‘Faithless Love’ post rupturista que podía haber aprovechado más su punto George Michael en vez de acompañarse de una elegante pero previsible producción, y Jim Eliot (Kylie, Ellie Goulding) también ha puesto su granito de arena en el single de arranque.
No es que ‘Lexicon’ sea un mal trabajo, es que simplemente es un disco falto de sorpresa, de acción, de algún momento de efecto wow más allá de lo correcto. Es una curiosa manera del artista de reconciliarse con el pop, porque realmente, ‘Lexicon’ tampoco termina de ir a ningún lado: Will Young se mueve entre los trucos conocidos para algunos cortes (‘Get Me Dancing’ o ‘I Bet You Call’ suenan inequívocamente Young) y los intentos frustrados de transformar canciones en lo que claramente no son (la baladita ‘Freedom’ revestida de número pretendidamente moderno es de lo peor del disco, ‘Say Anything’ es una electrónica aburridísima e impostada).
De modo que, cuatro años después de su último trabajo, Will Young ha vuelto con un disco que podía haber dicho bastante más de él después de lo pasado. A los 40, está bien asentarse en un estilo que le es cómodo pero tampoco puede permitirse un acomodo que tiende a dejar a los seguidores igual que estaban antes de escuchar el trabajo. Pidiéndole volver. Volver en serio.
Temas clave: ‘My Love’, ‘Forever’, ‘I Bet You Call’.