Adam Lambert es el Christina Aguilera del universo LGTB, con permiso de Taylor Swift, que ahora mismo es quien lleva las riendas de todo el colectivo. Resulta que lo de Adam es reinventarse, y cada reinvención le va un poco peor, pero el insiste. Más o menos como Christina. Madonna hace lo mismo, pero durante décadas le ha ido bien, cantando bastante peor. Lambert lo de cantar lo atina, lo de las reinvenciones… ya tal.
Y es que en su último single, ‘Comin In Hot’, emula el funk rock setentero, sonando un poco a Prince. Con lo que con esta vamos viendo 450 facetas de Lambert, hagamos un pequeño resumen:
- Aquella de ir medio drag EDM-pop.
- Aquella de ir de Pink, que duró algo más.
- La superpopera de tupé y poco maquillaje.
- La de ejercer de Freddie Mercury.
- La de ‘Brigada Costa Del Sol’, es decir, la de ahora.
Y así, posando con un sombrero gigante cual si fuera él Mick Jagger en 1972 o Harry Styles con su estilista con el día libre en 2017, vuelve Adam con una aventura de sábado noche, un poco carente de ‘fiebre’, porque en tal caso sonaría disco, y aún hay tiempo de reinvenciones.
El muchacho descubre a una mujer que llega con los ojos verdes al club, no sabemos si porque tiene súper poderes o porque viene de casa de unos amigos y está malita, y entonces intenta contar una historia entre miradas a cámara, sonrisas en las que aprovecha para apartarse el flequillo de los ojos, y brilli brilli de lentejuelas con filtro Farrah Fawcett. No nos pidáis que os la narremos, que no estábamos tan atentos, pero continuará.