La primera nominación de ‘OT 2017’, ahora que podemos echar la vista atrás con cierto criterio otorgado por el paso del tiempo, fue un absoluto sinsentido para el concurso: en aquella segunda gala se quedaban en la cuerda floja Mimi y Ricky. La primera, la única bailarina del programa capaz de montar numerazos en el escenario; el segundo, un pilar de contenidos del apartado más reality del programa.
Aquella batalla de fans se saldó, como suele ser costumbre en España, con la victoria de él sobre ella, ya por entonces tildada de “soberbia” por un público que tiende a confundir eso con la confianza, cuando se da en una mujer a través de la pantalla de la televisión. Durante el concierto en Madrid de la gira de aquel ‘OT’, una niña se giraba a preguntarnos cuál era nuestro favorito. “A mí me gustan todos. Bueno, todos menos Mimi, que es un poco…”, nos decía.
Ya por entonces, Mimi “era un poco…” Lola Indigo. Y en medio de un montón de perfiles de girls y boys next door, lo suyo en el escenario era difícil de digerir para el público que había visto ‘OT’. ¡Si ella sólo había pasado allí 15 días! ¡Cómo se atrevía a ir de estrella!
Por suerte para ella, Lola Indigo tenía vida lejos de la acampada de gente maja que fue ‘OT 2017’. Vida en un mundo más allá, el de la industria del pop real, donde sacar las garras es más importante que un plano a cámara sonriendo ante una broma. Y en la jungla del pop, lo de ‘Akelarre’ ha sido un arañazo imposible de obviar.
Para seguir hablando del contenido del álbum, veamos cuáles son los tres datos que lo identifican.
El concepto del álbum está clarísimo
‘Akelarre’ no se anda con chiquitas: no pierde el tiempo tratando de ver qué es lo que a Lola Indigo le sienta mejor, ni recopila diferentes estilos en busca del futuro de la artista. El futuro de Lola Indigo ya está en ‘Akelarre’: ritmos de corte oriental mezclados con mucho latineo, invitados como Maikel Delacalle, Lalo Ebratt o Mala Rodríguez, que no causan sorpresa alguna porque tienen toda la cabida del mundo en el disco, y estribillos de tener el autoestima hasta arriba y el perreo hasta abajo.
El amor propio, el empoderamiento femenino, la libertad sexual y la exploración del lenguaje corporal son, además de los propios ritmos del álbum, el hilo conductor de un debut de una Lola Indigo tremendamente autoconsciente.
La cantante, como pez en el agua
Y claro, con semejantes ingredientes, no es extraño descubrir que el disco exuda confianza, porque la propia Mimi se ve comodísima en un enclave que es el suyo. No está puesta allí por el sello, ni el proyecto se intuye construido para dar forma a algo de lo que ella no es parte: el disco es su ‘Akelarre’, la reunión de brujas la dirige ella y la maneja muy a su antojo.
De modo que Mimi, perfectamente consciente de que no es una grandísima vocalista, juega con su voz sin grandes alardes, pero con grandes aciertos: ni falta hace que se incluyan baladas épicas cuando ella puede modular la voz para los momentos más sensuales (‘El Humo’, ‘Maldición’) o los más guerreros (‘No Se Toca’, ‘Ya No Quiero Na’).
En ‘Tu Cara Me Suena’ le pedían a una Mimi concursante que compusiera canciones más íntimas, donde se viera su verdad: la realidad es que no le hacen falta, porque ‘Akelarre’ es la verdad de Lola Indigo (las relaciones tóxicas de ‘Amor Veneno’, la liberación sexual de ‘Mujer Bruja’), no necesariamente la de Mimi, más guardada a buen recaudo de su intimidad.
Podría haber jugado más, pero la partida estaba ya ganada
Cuando el disco termina en apenas media hora, lo hace con ‘Game Over’, una pieza dembow con arreglos jazzy que se desmarca del contenido del resto del disco y deja la impresión de que Lola Indigo podría haber apretado más algunas tuercas en el estudio de grabación. Su sabor de principios de los noventa, juguetón con la instrumentación, deja ganas de descubrir a una Lola que resulte más ambiciosa en los arreglos y los referentes.
Pero como decíamos antes, ‘Akelarre’ es la Lola Indigo de 2019, y el margen de desarrollo de sus composiciones es amplio de cara al futuro, por lo que más que tristeza por ver qué podría haber hecho, lo que dejan cortes como ‘Game Over’ es la sensación de que esta partida ya estaba ganada y las venideras tienen mucho por jugar. General una curiosidad que es importante para mantener el producto vivo.
Aquella niña que veía a Mimi haciendo lo que buenamente podía con ‘Don’t You Worry About A Thing’ en el escenario de la gira de ‘OT’ y que decía que “le gustaban todos menos ella” probablemente tenga ahora ‘Akelarre’ a todo volumen en su habitación. Y ojo, no es una crítica a la pequeña, es una evidencia de cómo se han ido desarrollando los hechos para Lola Indigo.
Llegó con una contundente ‘Ya No Quiero Na’ para la que tenía pocos medios y muchas ideas, y el camino que la ha llevado a firmar después temas como ‘Subliminal’ -repleto de hooks del pop-urban contemporáneo mejor entendido- es digno de aplauso. ‘Akelarre’ cierra como una de las propuestas más sólidas e interesantes del pop patrio de este año, un disco que entiende 2019, se deja llevar por él, pero al mismo tiempo le pone riendas.
¿Será Lola Indigo la gran superviviente de una edición de ‘OT’ que prometía más de lo que terminó entregando? El tiempo lo dirá, porque el mundo de la música está siempre repleto de trampas. Por ahora, si la magia sigue al nivel de ‘Akelarre’, la cantante y su dance crew van a dejar tumbados a sus críticos con un hechizo de perreo.
Temas clave: ‘Maldición’, ‘No Se Toca’, ‘Game Over’