Quién nos iba a decir hace unos meses, cuando nos tocaba sufrir el cuadro de canciones que RTVE seleccionaba, en plan demo, para la gala de Eurovisión de ‘Operación Triunfo’, que terminaríamos enamorados de Miki como representante eurovisivo. El artista ha dado totalmente la vuelta a la tortilla de su popularidad, algo diezmada en sus últimas semanas de ‘OT 2018’, siendo uno de los mejores representantes que el país ha tenido en el Festival en los últimos años.
Más allá de la actuación, Miki será recordado por haber pasado por Eurovisión trasmitiendo buen rollo, diversión, aprovechando cada momento y, al menos en cámara, dejando la sensación de haberlo disfrutado de pleno. Una actitud que le ha dado un nivel de likeability desbordante, hasta que lleguemos al sábado entregado por completo al objetivo de ‘La Venda’.
Lejos quedan las, erm, estupideces de ‘OT’, como lejos también la España que llega al Festival sin tener demasiada idea de lo que está haciendo: ‘La Venda’ es sinónimo jolgorio y alegría a partes iguales, y puede ser muy bien recibida por el party vote del televoto, y beneficiada por el drunk vote del Festival, porque, por ahora, son pocas las finalistas que apuestan por tal chorro de color en el escenario.
Paco, el maniquí gigante, tiene con la realización algo más de sentido que lo que habíamos visto en los ensayos, aunque bien es cierto que sigue pareciéndonos prescindible. La casa y la go-pro ya eran suficientes elementos. En cualquier caso, el baile está on point, las voces están on point y la actitud de todo el equipo es realmente contagiosa.
Se contagie o no de ella Europa, lo que está claro es que, primeros o últimos, al menos tendremos motivo de celebración en España: las cosas bien hechas se aplauden, diga luego lo que diga el resultado.