‘RuPaul’s Drag Race All Stars 4’: ¿Cómo hemos llegado a este más que decepcionante final?

‘RuPaul’s Drag Race All Stars 4’: ¿Cómo hemos llegado a este más que decepcionante final?

Cuando se daba a conocer el casting de la nueva temporada del ‘Drag Race’, la de su versión ‘All Stars’, los fans vaticinaban una mejora notable con respecto a la pasada edición, ganada, casi por descarte, por una Trixie Mattel no demasiado espléndida. Algo más de un par de meses después, volvemos a ver como el formato se desinfla con el paso de las semanas, dejando casi sin opciones de efecto sorpresa su final. Para compensarlo, RuPaul decidía utilizar los dos finales grabados -siempre lo hace, para evitar que se haga público quién ha ganado el concurso-, y hacer un corta pega durante la edición para coronar a las dos ganadoras: Trinity The Tuck y Monét X-Change.

Los fans estaban que trinaban, no sólo por lo improvisado y chapucero del asunto, sino porque existe la opinión generalizada de que Monét no merecía ganar. Sin embargo, es posible que tampoco el top4 mereciera ser el que fue. ¿Cómo hemos llegado a una final de victoria discutida y contenido tan pobre -no hablemos de nuevo de la espantosa ‘Super Queen’ llevada al pop-rock- con semejante arranque de temporada?

Aquí hemos reunido los factores que podrían haber provocado el desinflado de la edición:

 

La eliminación de Manila y Valentina

El sistema de eliminación de la versión ‘All Stars’ del ‘Drag Race’ es un arma televisiva de doble filo. Por un lado, permite que el público se sorprenda con las elecciones de las drags -uno nunca tiene claro si eliminarán de forma justa o por competitividad-, de modo que quita ese papel al jurado y mantiene la atención del espectador, porque no todo depende de un playback. Sin embargo, puede dar lugar a que las reinas se carguen a otras que están siendo protagonistas del programa por encima de las salvadas.

De ese modo, la eliminación de Valentina restó mucho efecto ‘show’ al programa, la eliminación de Manila lo dejó sin una de las finalistas más evidentes, y la eliminación de Gia Gunn sin una trama de villana que poder explotar unas semanas más. Se gana en el efecto sorpresa inmediato, pero, a cambio, se va desgastando el formato a nivel de narrativa.

 

Lo decepcionante de algunas de las pruebas

Hablemos de que prácticamente la primera mitad del concurso se desarrollara con pruebas de humor, y la segunda mitad con pruebas de creatividad. Evidentemente, Valentina se lució mucho menos en momentos en los que tenía que ser cómica, porque no lo es, igual que le ocurrió a Naomi, Farrah o Gia.

Durante esta edición, algunas pruebas han andado muy justas de contenido (‘Jersey Justice’, ‘Sex And The Kitty, Girl 3’, la de los clubes…) y ha costado sacarles toda la chicha a las reinas en cada una de ellas. El problema va más allá de eliminaciones o castings, las pruebas debía haber sido ordenadas de otra forma para evitar la caída de las últimas semanas, que ha provocado el hastío de un público que casi aplaudía más el final del programa que a las propias ganadoras.

 

Latrice Royale

Latrice se ha caído con todo el equipo, y el push que el programa insistía en darle no tenía ni pies, ni cabeza. Su repesca fue un absoluto despropósito, teniendo en cuenta que venía de pasar sin pena ni gloria por casi todas las pruebas. Sus runways han sido paupérrimos -salvo en aquella ocasión que apareció con un traje de látex- y su actitud ha dejado bastante que desear: se ha manejado fatal en todas las pruebas que requirieran interacción con sus compañeras.

Sumado a eso, ver cómo el resto le rendía una pleitesía que aún tratamos de entender nos tuvo fascinados: Manila, que estaba haciendo un concurso infinitamente mejor, siempre parecía querer terminar a la sombra de Latrice con su discurso.

 

El desastroso final y la corrección política

El final de RuPaul no ha sido para que la drag resultara justa y premiara a dos concursantes. Era más que obvio que Trinity era la única opción viable para ganar el talent durante esta edición, pero con la doble decisión, RuPaul mataba varios pájaros de un tiro. Por un lado, incluía un giro argumental y evitaba que la final fuera predecible, por otro, evitaba darle la corona a The Tuck después de un playback que, objetivamente, había ganado Monét; y por último, se evitaba el backlash racial que venía persiguiéndole por Twitter en las últimas semanas.

Y es que los datos hablan por sí mismos: de las 13 ediciones que hasta ahora se habían emitido, apenas 4 reinas de color han resultado ganadoras. Con 15 ganadoras ahora, sólo un tercio han sido de color. Y en esta final, en la que tres drags negras y una blanca se jugaban la corona, estaba por ver si RuPaul volvía a entregarle la corona a la blanca. Con el empate, esta polémica queda suavizada.

Es obvio que no se trata más que de una casualidad, y no de una decisión basada en racismo -sería francamente ridículo-, pero sabemos que la decisión de coronar a Trinity en solitario habría traído cola.

 

Dicho lo cual, además de un buen casting y un mejor desarrollo aún, lo que parece claro es que el ‘Drag Race’ necesita un descanso. Volver a la clásica edición por año que permita refrescar las ideas, que el público coja el show con más ganas y evitar tropezar continuamente sobre las mismas piedras. El programa lleva demasiado tiempo hilando temporadas: apenas días entre ‘AS3’ y la ‘T10’, apenas 6 meses entre la ‘T10’ y ‘AS4’, y de nuevo, apenas días entre ‘AS4’ y la ‘T11’. Es decir, en menos de un año hemos visto tres temporadas del reality, y en año y medio, han estado en antena 5 temporadas. Las mismas que entre 2009 y 2013. Lo poco gusta y lo mucho…

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