Ha llegado 2019 y se han cumplido 20 años de un disco que terminó cambiando la historia del pop, de forma casi inconsciente, porque no estaba, en absoluto, diseñado para eso. Britney Spears lanzaba su primer álbum, ‘…Baby One More Time’,hace dos décadas, después de casi entrar a formar parte de una girlband, y de acudir, con su actual manager, de puerta en puerta buscando un sello que la acogiera.
La mayoría le dijo que no, porque era el momento de las bandas de pop y no de las solistas femeninas, pero Jive Records terminó ofreciéndole un contrato por varios discos, animada por los demos que la cantante había presentado, y eso que el álbum aún no contaba con el tema que le terminaría dando nombre.
Dos décadas después de su lanzamiento, aquel disco infantilón, casi inocente, que no terminaba de creerse ser un hit, es ya historia del pop, un par de sus singles, auténtico himnos, y su tema de cabecera, un clásico que resiste al paso del tiempo. Pero por aquel entonces, las críticas de ‘…Baby One More Time’, el álbum, no fueron precisamente estupendas. Rolling Stone lo puntuaba con un 4, Entertaiment Weekly lo dejaba en suficiente, e incluso algo tan poppy como la MTV lo recibía con recelo.
En pleno 2019, miramos atrás para romper una lanza a favor del debut de Britney Spears, mejor de lo que cabía imaginar por entonces. Estos son nuestro motivos:
Porque era accesible, pero con su punto de picardía
Britney Spears tenía 17 años recién cumplidos cuando su primer disco vio la luz. No llegaba a la mayoría de edad cuando todo el mundo ponía el foco en lo aparentemente sugerente de su vestuario de colegiala en el vídeo de ‘…Baby One More Time’ -¡anda que no han cambiado los tiempos!-. La tarea de su primer álbum era rebajar el nivel de sex-appeal de su primer single, haciéndolo accesible a todos los públicos, pero sin perder de vista lo bien que había funcionado aquella minifalda de tablas.
De ese modo, Britney busca al público más infantil en cortes como ‘Soda Pop’, ‘Sometimes’, la balada ‘E-Mail My Heart’ o el dance noventero de ‘Deep In My Heart’, pero encontraba su contrapunto maduro en lo guerrero adolescente de ‘(You Drive Me) Crazy’, la más oscura ‘Born To Make You Happy’ o incluso la erótica festividad de su cover de ‘The Beat Goes On’, casi susurrada.
Un poco de sal y un poco de azúcar, que terminarían convirtiendo el disco en una diana multitarget comprada por más de 10,4 millones de americanos.
Porque abrió la veda colaboracional con Max Martin
La entrada de Max Martin en el disco se dio muy a última hora, cuando la artista ya tenía casi todo el contenido del álbum grabado junto a su productor mayoritario, Eric Foster White, que venía de trabajar con Whitney Houston o los Backstreet Boys. El sueco se presentó ante el equipo de Spears con ‘…Baby One More Time’, el single, que habían rechazado varios artistas, entre ellos TLC, y para la que el productor buscaba una cara nueva.
Britney y su equipo consideraron la canción un smash desde el inicio, y accedieron a grabarla para incluirla en el disco, con tal seguridad que el trabajo terminó llevando su nombre por título. Max Martin terminaría también metiendo mano en el otro gran uptempo del álbum, ‘Crazy’, que se conviertiría en el segundo smash de la artista en Estados Unidos, tras la más tibia acogida de ‘Sometimes’.
Lo interesante de la unión es que se produjo en el 98, pero se mantuvo muchísimo tiempo después: Max Martin daría forma a 7 temas del segundo álbum de Britney, 4 del tercero (incluyendo ‘Cinderella’, una de las fan favorites de la artista), los singles ‘If You Seek Amy‘ y ‘3’, u otros 7 temas de ‘Femme Fatale’, incluyendo el smash global ‘Till The World Ends’.
Porque las melodías buenas eran muy buenas
Evidentemente, hay morralla en el debut de Britney. Está lejos de ser un trabajo contundente, pero también se dan en él muchas pistas del futuro de una artista que, cuando arrancó su primera etapa en estudio, decía querer sonar a Sheryl Crow. Las cosas cambiaron según el proyecto avanzó, y conocimos a la Britney que ha quedado para la posteridad.
[perfectpullquote align=”left” bordertop=”false” cite=”” link=”” color=”” class=”” size=””]“Cómo alguien rechazaría ‘…Baby One More Time’ es todo un misterio, es complicado dar un un hit mejor pensado.”[/perfectpullquote]
Hay, obviamente, canciones demasiado insípidas o demasiado edulcoradas en ‘…Baby One More Time’, como ‘E-Mail My Heart’, ‘I Will Still Love You’, o ese mash-up de ‘Torn’ y ‘As Long As You Love Me’ que es ‘I Will Be There’. Pero a su lado también hay melodías muy bien planteadas, como las de ‘Born To Make You Happy’, la más sobria ‘From The Bottom Of My Broken Heart’, la fiestera de ‘Crazy’, la hortera funcional de ‘Deep In My Heart’ -que hubiera merecido una vuelta de tuerca en su producción, para aguantar mejor el paso del tiempo-, e incluso la del medio tiempo ‘Sometimes’, un pizpireto single que sigue sin recibir la atención que merece como icono del chochi-pop.
Lo del primer single, claro está, es otra historia: cómo varios artistas llegarían a rechazar ‘…Baby One More Time’ es un misterio, pero sentó las bases del pop del 98 en adelante. Varias generaciones reconocerían el tema con sólo un segundo de reproducción, cuando las tres primeras notas de teclado suenan. La épica del estribillo, la superposición del mismo con el middle-eight hacia el final, la caída del instrumental con la Britney nostálgica de la segunda mitad, los “oh, baby, baby” repetidos a lo largo del tema, como hook añadido a su estructura.
Es francamente complicado dar con un hit pop mejor pensado.
Por tanto, sí, había flecos colgando en el debut de Britney Spears, pero el disco desprendía un encanto de debut que, más que planteado como disco redondo, se pensó para plantear a la artista redonda: Britney cantaba, bailaba, emocionaba, y se divertía. ‘…Baby One More Time’ presentaba a la amiga con la que querías salir de la escuela, por mucho que hicieras skip a algunos de los tracks de su disco.
Aquellos que no pasabas… aquellos eran un magnífico chute de adolescencia.