Ha costado 8 años, pero Robyn por fin va a lanzar un disco nuevo y propio, sin que sea una colaboración con unos DJ que encontró en el metro de Kuala Lumpur, un proyecto aislado de electrónica centroafricana, un single en colaboración con no se qué estrella del underground maltés o un disco instrumental en el que ella sólo dice “hum hum” cada cuatro segundos, pero aparece como co-autora.
Un disco hecho y derecho, y lo que es más importante, en principio, sin más dobleces: un álbum de pop de Robyn como lo fueron aquel de 2005 o ‘Body Talk’, lanzado en 2010, que dejó joyitas como ‘Indestructible’ o el himno pop atemporal ‘Dancing On My Own’, sobre el que Calum Scott escupiría años después, cual si fuera la tumba del Señor Burns y él un buen samaritano, haciéndolo ganador de dos Premios Amaro.
El 26 de octubre, que parece lejanísimo pero está, en realidad, a la vuelta de la esquina, Robyn publicará ‘Honey’, y todo volverá a la normalidad. Let’s make Suecia great again. De hecho, desde la creación de IKEA, el país no vivía semejante subidón de interés del populacho: el mes de octubre es suyo y de Robyn.
La cantante ya ha dado a conocer un primer adelanto del proyecto, la bonita ‘Missing You’, que eso sí, nos dejaba con ganas de más, porque en el fondo, era un poco más de lo mismo, y todos somos una década más viejos. Seguimos teniendo la esperanza de mejores ases bajo la manga, porque la cantante ha trabajado con colaboradores clásicos como Klas Åhlund (la mayoría de sus singles recientes) y caras como la de Joseph Mouth, componente de Metronomy, que ha dado forma canciones fantásticas para Nicola Roberts o Sophie Ellis-Bextor cuando era cool.
