¿Habéis visto ‘La Forma Del Agua’? Si no, en la película hay un ser que vive bajo el agua y se pasa el día metido en un estanque. La versión humana de ese ser es Cher, que no vive metida en el estanque porque sabe perfectamente que se le arrugarían los dedos -y no son años de cirugía para eso-, pero sí se mete en él cuando graba sus álbumes desde que en 1998 descubriera que la fórmula le iba de perlas para ‘Believe’.
Desde entonces, ha estado al borde de ahogarse grabando ‘The Music’s No Good Without You’ (2001), han moderado sus burbujas y efecto acuáticos en ‘Burlesque’ (2010) y en 2018 descubríamos que había vuelto a la inmersión completa para ‘Gimme Gimme Gimme’, el primer single de su disco de versiones de ABBA. Prácticamente se la puede escuchar incluso quitar el tapón del lugar al final del tema para poder respirar de nuevo y no sonar subacuática.
Pero debe habérsele olvidado volver a llenar su gigantesca pecera-estudio, porque en ‘S.O.S.’ se ha perdido toda la magia de la humedad. Los vocals de Cher suenan a grabados en tierra firma, probablemente con la ayuda de un autotune que los ha empujado medio tonito por encima de su natural a los 72, y el resultado es tremendamente decepcionante.
Vamos, a ver, lo que uno espera cuando quiere un disco de ABBA de Cher es lo siguiente:
- Brutal vocoder, hasta la extenuación.
- Bases dancemodé, que dejen a A*Teens como paradigma del clubbing.
- Cacofonías, sonidos absurdos de fondo, como si Cher quisiera que Iker Jiménez analizara el disco.
- ‘Fernando’, sin Andy García.
No nos decepciones, querida amiga de la momificación y vuelve a la pecera de la que jamás debiste salir, salvo que se te empezaran a arrugar los dedillos.