Los seguidores del pop, el Stan Twitter y el fanbase de Ariana Grande han tenido siempre la expectativa de que “Ariana Grande venía a salvar el pop”. Nicki Minaj afirmaba en ‘Side To Side’ que Ariana “controlaba el pop”. Pues bien, amigos, ha llegado 2018 y toda esa imagen popera de Ariana Grande se viene bastante abajo con la publicación de su cuarto álbum, ‘Sweetener’, que prácticamente sólo es concebible como pop gracias al diluidísimo significado del propio concepto.
En cierto modo, ‘Sweetener’ es el primer trabajo de Ariana Grande como mujer. Íbamos a decir el primer “álbum” en entenderse como tal, pero sería hacer un feo a un ‘Dangerous Woman’ que ya venía bastante bien conceptualizado y estructurado. Sin embargo, ‘Sweetener’ es un paso más allá en madurez, puede que incluso, por delante del que debiera haber dado.
Pero este último par de años Ariana y su equipo se han esforzado para que este nuevo proyecto se entienda como el más, erm, grande de la artista, y sus esfuerzos, para bien y para mal, han surtido efecto. Antes de continuar hablando del disco, quedémonos con nuestros tres temas favoritos:
God Is A Woman
Puede que su vídeo, como mínimo digamos, llamativo, haya desviado un poco la atención de la canción en sí, pero lo cierto es que el nuevo single de Ariana Grande es uno de esos temas que suelen funcionarle fantásticamente bien aunque no sean material de single per se (otro ejemplo es ‘Dangerous Woman’, incomprensiblemente más eficaz que el banger ‘Into You’ en la anterior era).
Y es que Grande sabe vender bien las canciones y ‘God Is A Woman’ desborda sensualidad desde el arranque. Sus tintes Weekndescos acompañan a una letra subida de tono y juegos de palabras (“túmbame y recemos, te diré cómo lo quiero”) en esta suerte de reverse ’50 Sombras De Grey’.
Everytime
En ‘Sweetener’, si hay algo que rinde homenaje al título, esa es la voz de Ariana Grande. Posiblemente, su cuarto trabajo es en el que más control ha tenido sobre ella, y sin grandes alardes, la ha modulado con exqusitez desde los temas más uptempo hasta los más sutiles, como este, que funciona como mejor balada del disco, aunque no siga las normas establecidas para una al uso.
No Tears Left To Cry
Ariana Grande tiró de ‘No Tears Left To Cry’ para rendir homenaje a las víctimas del atentado de Manchester, y no sólo con el detalle final del vídeo, en el que una abeja -símbolo de la ciudad- atraviesa el plano, sino también con la canción en sí, producida con una base entre el garage y el drum&bass al que Estados Unidos es prácticamente ajeno. El estilo es más popular en el Reino Unido, donde durante años ha inspirado a multitud de artistas pop patrios, pero pocos extranjeros.
Lo etéreo de la composición, los cambios de ritmo y la estructura variada y repetitiva son claves en este primer single, en el que, de nuevo Ariana demuestra conocer su voz mejor que en etapas anteriores.
El resto de su trabajo, sin embargo, está más enfocado a ritmos R&B, mucho más clásicamente americanos, con toques de funk, algún elemento de electrónica, y el poder absoluto de un Pharrell Williams que ha hecho un buen trabajo (‘Blazed’ o ‘Successful’ son dos cancionazas por las que Mariah Carey mataría, por ejemplo), pero está recibiendo palos por cada costado del fanbase de la cantante.
Y no es de extrañar, porque como decíamos, ‘Sweetener’, y especialmente las pistas de Pharrell, despiden las posibilidades pop del disco, animadas por las piezas de Max Martin -especialmente ‘Breathin”, el tema mejor acogido del trabajo-. El problema de Ariana Grande es que, a sus 25 años, ha grabado el disco que le hubiera tocado a los 32. Una madurez repentina, un sentido del gusto y de la estructura que ha despistado a todos sus seguidores.
Aunque, con varias escuchas, el encanto loco del tema que da título al disco te tenga tarareando su “mix it and mix it”, aunque ‘The Light Is Coming’ se confirme como bop urbano. Pharrell Williams es visto como el villano del trabajo porque el público de Ariana demandaba otro ‘Dangerous Woman’ que, dos años después del original, francamente, tampoco hubiera tenido demasiado sentido.
Ariana ha dado un paso adelante, y aunque haya temas que podían haberse quedado en el estudio (‘R.E.M’ evoca a la Mariah más perezosa y ‘Borderline’ es prácticamente un autoplagio de Williams), el disco en general es un triunfo.
Puede que ‘Sweetener’ no esté lleno de hits, ni tan siquiera de canciones que llamen a la escucha en solitario, pero el disco, como tal, es un gusto como colección de canciones. Un ‘edulcorante’ que quizás necesita de tiempo para tener el sabor necesario para aquellos que lo intuyen insípido.