Mira, en esta web fuimos muy pro-‘Amar Pelos Dois’. Es más, muy pro-Salvador Sobral como perfil de ganador eurovisivo, en plan antítesis del ganador eurovisivo que alguien se imagina. Pero ya en su día vimos con algo de recelo como se refería a las canciones de Eurovisión cuando, tras ganar, decía aquello de “la música no son fuegos artificiales”.
Aquello lo pasamos por alto y celebramos la victoria de la canción, que sí trajo algo positivo que remarcamos, y que iba al hilo de lo que el pretendía decir, sin caer en la necedad de sus palabras: con él -y en cierta medida con Jamala también, aunque nos interese menos- a Eurovisión había vuelto el concepto ‘canción’. Es decir, la puesta en escena como añadido a la canción y no a la inversa. Y eso era celebrable, porque Eurovisión no podía seguir continuando rizando el rizo -hola, Rusia 2016-, y había que rebajar un poco las estupideces escénicas. Hasta ahí todo bien.
Pero claro, el cantante ha ofrecido una entrevista al diario portugués Público, y ha continuado con un speech francamente ridículo, al criticar la canción de Israel, una de las favoritas de 2018:
“YouTube me hizo verla. Cosas de la tecnología. De repente, YouTube creyó que me gustaría la canción de Israel, y entonces abrí aquello y me salió una música horrible. Afortunadamente, este año, no tengo que oír nada. No creo que haya cambiado algo. El año pasado, la gente decía: “¡Al haber ganado tú, todo va a cambiar!”. Pero no creo. Tal vez en el futuro”.
Vamos por partes: la canción de Israel puede parecerlo horrible, claro que sí. A mí me lo parece la de Estonia, por ejemplo, por eso no hay problema. El problema recae más en la segunda parte: “al haber ganado tú, todo va a cambiar”. A ver, Jamie Cullum de eses líquidas de la vida: por haber ganado tú no tiene que cambiar nada, igual que por ganar Helena Paparizou tampoco debía hacerlo.
Es decir, que gane una canción melódica no significa que no haya uptempos estupendos en el planeta, o viceversa. ¿Se puede decir una catetada mayor que esa? Es que, bajo el purismo surrealista de Sobral, qué horrible es bailar, qué horrible es salir a un club, qué horrible toda música que no pase su filtro de verdad absoluta. Y mira que somos nosotros muy de verdades absolutas, pero no nos tomamos en absoluto en serio.
La cosa, aún así, desvaría aún más, cuando el cantante se refiere a su relación de ‘amor/odio’ con el Festival por que se sintió muy agobiado por el éxito, y habla de querer desvincularse de él para ser finalmente conocido por ser “Salvador Sobral”. Rebobinemos: una persona que se da a conocer en un talent show, que después se presenta a una preselección televisada y finalmente acude a un programa visto por más de 150 millones de personas continúa, un año después de su victoria, fingiendo no saber en qué se estaba metiendo.
Y llegamos a lo peor:
“¿Sabe lo que pienso muchas veces? Es horrible lo que voy a decir, ¡pero es verdad! Pienso que si hubiese un ataque terrorista, ¡la culpa es mía! En Lisboa, afortunadamente, nunca ocurrió nada de ese género, pero tengo ese tipo de pensamientos”, apuntó.
¿Estamos seguros de que le han tratado del corazón, verdad? A ver si es que le han hecho una lobotomía y se nos ha quedado tonto, el pobre, de manera accidental. Por supuesto, no podía cerrar la entrevista sin decir el cuñadismo de turno, afirmando que Portugal no ganará por “cuestiones políticas”.
Lo mismo Portugal no gana porque la canción no está a la altura, pero no se, él sabrá más de eso, nosotros, pobres idiotas, cómo íbamos a rebatirle nada.