Kylie acaba de publicar un nuevo álbum, ‘Golden’, y lo ha llevado al #1 en UK doblando las ventas de su predecesor, ‘Kiss Me Once’. Paradójico, porque de primeras, el disco incumple una básica de Kylie, la de que cuanto más Kylie suena, mejor funciona el producto. Y en 2003, el producto no sonaba muy a la Kylie a la que el público acostumbraba.
Minogue venía de arrasar con ‘Fever’, que la certificó Platino incluso en su imposible mercado americano, y le dio el hit ‘Can’t Get You Out Of My Head’, que ha pasado a la historia como una de las canciones del pop más reconocibles ever. Y claro, con todo el mundo pensando en ella como reina de la pista de baile, como musa electrónica de raja a los lados, labios carnosos y piel con más brillos que la de Tita Thyssen, la reconversión a ‘Body Language’ fue algo complicada.
Hoy rompemos una lanza a favor de un disco de Kylie que nos parece casi redondo, a pesar de que su impacto comercial no lo fuera tanto: consiguió vender casi 400m unidades en Reino Unido y más de 150m en Australia, pero sus resultados palidecieron con respecto a ‘Fever’ e incluso el limbo perpetuo que era ‘Light Years’.
Vamos a ver cuál es el encanto que vemos a affair retro-urbano de Kylie hace ya 15 años.
Por servir de ‘The Emancipation Of Kylie’
Como decíamos al principio del artículo, cuánto más Kylie, más viable. La prensa llegó a decir que Kylie era presa de su público porque “la abandonaba en cuanto no sonaba a Kylie”. Por eso, tras volver con éxito en 2000 y seguir arrasando en 2001, nos parece que hay que valorar ‘Body Language’ como un golpe en la mesa por parte de la australiana. Por seguir un poco su instinto y hacer lo que le saldría en gana.
Por supuesto, la discográfica tenia un plan de contingencia en forma de grandes éxitos, ‘Ultimate Kylie’, pero mientras duró la era ‘Body Language’, el espíritu creativo de la diminuta Minogue campó a sus anchas: decidió homenajear a sus ídolos de los ochenta en un álbum repleto de influencias en los música, pero también en las letras, referenciando en muchas canciones éxitos de Dead Or Alive, Janet Jackson, Lisa Lisa o Chaka Khan.
Así, la Kylie presa del dance se dio al R&B en ‘Red Blooded Woman’ o ‘Promises’, al funk en ‘I Feel 4 U’ o ‘Sweet Music’ y a la electrónica chic en ‘Slow’ y se atrevía con cortes complicados como ‘Loving Days’ o ‘Chocolate’, que incluso llegó a lanzar como tercer single del álbum, convirtiéndolo en top10 en UK a pesar de tener más bien poco gancho como single.
Y es que la Kylie de 2003 huía del concepto ‘single’, casi como la de ahora, y trataba de vender el disco completo. Eso sí, por aquel entonces nos convenció bastante más.
Por la estética del álbum y de Kylie en conjunto
Si algo consiguió Kylie en 2003 fue rejuvenecer 20 años. Echando la vista atrás, es increible que Kylie apenas tuviera 31 años cuando rodó ‘Spinning Around’. Con 34 años, Minogue dejaba de lado los maquillajes glossy, los labios inflamados y el vestuario imposible, y se reinventaba también físicamente.
El disco la presentaba con una imagen inspirada en la Brigitte Bardot de los años 50, con bastante volumen en el pelo, mucho eyeliner, y tirando de blancos y negros, modernizando su estilismo pero manteniendo la esencia. Incluso en los vídeos, Kylie se mostraba mucho más juvenil que antaño: en ‘Red Blooded Woman’ llevaba un look street muy de la época, e incluso en ‘Chocolate’, donde todo era tremendamente chic y señorial, parecía más joven que en la era ‘Stay’.
En el álbum, la tipografía, el logo del primer single, la foto de la carátula… todo encajaba a la perfección y daba al disco un aspecto coherente y acorde a su contenido. Aunque, en este sentido, Kylie siempre ha cuidado de la imagen… hasta ‘Kiss Me Once’.
Por ‘Slow’, obvio
‘Slow’ es una canción perfecta del pop, es uno de los temas a los que mirar cuando uno quiere hacer algo no demasiado comercial, y sin embargo, absolutamente infalible: su producción es absolutamente exquisita, su constante fraseo, repleto de aire, sexy a más no poder; y la ausencia de estribillo hace de las únicas dos frases que sirven como hook algo ya histórico en la carrera de la artista.
Tan importante fue ‘Slow’ que, además de mantener el hype del álbum y ayudando en su arranque, con un #1 en singles en UK, Kylie la eligió en 2012 como el tema que más le gustaba de toda su carrera, y además, consiguió una nominación al Grammy como Mejor Grabación Dance. Que ya sabéis que, antaño, cualquier cosa era considerada ‘dance’ en América.
‘Slow’ no sólo era un gran canción, sino también un gran vídeo, que ya marcaba distancias con los anteriores trabajos de la cantante: en medio de la piscina olímpica de Barcelona, Kylie apenas se movía en busca de una cámara que enfocaba a un montón de bañistas haciendo una coreografía de una sensualidad desbordante. Y ya está, no pasaba más. Ni falta que hacía.