Durante la madrugada de hoy, en la ciudad de Nueva York, se ha hecho entrega, por 60ª vez, de los Premios Grammy, los aún hoy, premios más importantes de la industria musical. Es probable que esto no cambie nunca y siempre mantengan su status, pero la gala de esta noche ha sido una oportunidad perdida y una demostración de que han vuelto a desconectar de toda la gente menor de 40 años.
Y es que los Grammy siempre han tenido un sabor clásico, y de hecho, posiblemente no fue hasta entrados los dosmiles que le hicieron hueco a un público más juvenil, en una criticada pero en el fondo necesaria decisión. No se podía ignorar que la gente joven estaba dando forma también a grandes clásicos.
Y los premios como tal, siguen siendo hoy bastante accesibles para el público joven: The Weeknd, Alessia Cara, Ed Sheeran o Kendrick Lamar han sido premiados durante la ceremonia, pero el problema está en el desarrollo de la entrega de premios, que ha sido francamente espantosa.
Una gala tremendamente tediosa
Si la gala de los Grammy suele ser aburrida por naturaleza, este año parecen haber puesto especial interés en que así resultara. Y eso que tenían tela que cortar, y hubo speeches feministas, en contra de las políticas de inmigración y humor a cargo del presentador, James Corden. Pero todo se desarrollaba en un ambiente oscuro, pesado, como pretendidamente serio, como necesitado de expresar su importancia, que hacía que el paso de los minutos se antojara eterno.
Por otro lado, tampoco es normal que la gala se alargue durante casi 4 horas en los que encontrar contenido es complicado: sobran actuaciones, y paradójicamente, faltan otras que le den algo de ligereza al asunto. Apenas en un par de actuaciones se vio la intención de show: el resto se movía más entre el concierto taciturno y el homenaje desfasado.
Una hora de contenido para mayores de 40
En un momento determinado de la gala, el line up era desesperadamente vintage: actuaciones de Sting, Shaggy, Elton John, U2 y un eterno homenaje a Broadway provocaban que nadie por debajo de los 40 años consiguiera estar atento de lo que ocurría en el Madison Square Garden.
¿Realmente era necesario que Sting apareciera hasta en 3 ocasiones durante la gala? ¿Era necesario que U2 apareciera para entregar un premio y en dos actuaciones? ¿No se podía haber condensado el homenaje a los musicales en una sola performance de 3 minutos en vez de otorgarle más de un cuarto de hora de televisión, con planos casi estáticos y temas excesivamente clásicos?
Imaginamos a la generación millenniall mirando atónita la televisión. Después aparecieron SZA y Logic a recuperar un poco al público joven, pero posiblemente, demasiado tarde. No hace falta recurrir a 1986 para celebrar la buena música.
¿Dónde estaban los premios?
Durante un momento, entre actuación y actuación, que curiosamente coincidía con esa tralla de actuaciones old-school nos llegamos a preguntar si se les había olvidado que la gala era para entregar premios. Realmente en los Grammy hace falta un poco más de concisión, no puede celebrarse la música sin recordar a sus protagonistas, que, efectivamente, en 2017 igual no eran Bono y Sting, francamente.
Desde aquí animamos a la Academia a reducir en, al menos, una hora la duración de la gala, por el bien de su audiencia y el peso de los Premios, cada vez también más discutido entre los jóvenes, incluyendo los artistas.