Amigos músicos, coló en 2001, pero ya no cuela en 2018

Amigos músicos, coló en 2001, pero ya no cuela en 2018

Ha vuelto ‘Operación Triunfo’ y ha vuelto el miedo a la industria musical, la necesidad de atención de ciertos sectores, y las frases de paleto a las redes sociales por parte de algunos músicos y cantantes del país. Sí, toda esa gente, no vamos a dar nombres, que ha tomado Twitter, Facebook o Instagram, para dejarte claro que “OT’ es una mierda”, que “si te gusta ‘OT’ no te gusta la música”, que “los valores culturales de ‘OT’ son basura”, etc.

Here’s the attention you ordered. Lo curioso del caso, es que, mientras en 2001 ese mismo argumento lo utilizaban artistas de primera fila de España, en 2018 parece ser el sector indie el más afectado por la emisión de un programa que, nos apostamos la arteria Aorta, no han visto ni sintonizado durante un sólo minuto. Pero eh, cultura basura. Lo suyo es lo bueno, porque son artistas con credibilidad, artistas con criterio, y ellos te dicen lo que puedes y no puedes escuchar, no sea que escuches mierda bendita. Aunque sus discos sean defenestrados por la crítica, escuchar a Alfred componiendo al piano en televisión es “basura”. Es lo peor. Es prostituirse.

Ojo porque este año, el problema, al parecer, radica también en que “la música no es una competición”. ¿Ah no, eh, amigos con la credibilidad por las nubes? Pues eso decídselo a la muchacha que toca en el metro esperando que alguien la escuche y le de una oportunidad, en vez de dársela a otra persona, al intérprete de musicales que supera un casting dejando atrás a otros candidatos, y al que falla el top100 de ventas y se juega la posibilidad de seguir lanzando álbumes. ‘OT’ ni siquiera es una competición, es un concurso con eliminaciones: nada impide que el que queda séptimo en él termine con una carrera musical en condiciones, si vale para ello. Y lo hemos visto en decenas de ocasiones.

Pero la imbecilidad está a la orden del día, y hay que fustigar a aquellos que ven ‘OT’ por tener el gusto por los suelos. Como cuando los críticos de televisión te dicen que ver un magacín te convierte en imbécil. Y claro, en 2001 puede que colara, amigos, porque es cierto que la primera edición de ‘OT’ era más clasicona y más RTVE, pero en pleno 2018, con un programa que apuesta por temas de Zahara, Vetusta Morla, Florence + The Machine, Rozalén, La Casa Azul o Dua Lipa, al tiempo que recuerda a una nueva generación clásicos de El Dúo Dinámico -esos que tanto reivindicáis ahora en festivales, ¿os suena?, Alex & Christina, Miguel Ríos o Aute, por poner un puñado de ejemplos, ese argumento de auténtica mierda sí que no cuela.

Porque cargáis contra un escaparate musical variada para una gente joven rodeada de reguetón, porque cargáis contra concursantes que están mostrando la cara más social, progresista y comprometida de una España habitualmente reflejada por ninis y chonis, y porque ahí dentro se ha compuesto, se ha escrito, se ha bailado, se ha actuado, se han tocado instrumentos, y el argumento de “‘OT’ es un karaoke carísimo” se os ha quedado más antiguo que la mentalidad.

Coló en 2001, pero ya no cuela en 2018. 

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