El año pasado, Charli XCX y Troye Sivan se marcaron uno de los mayores hits para la artista con ‘1999’, que queda en su catálogo de streams como se segundo tema más escuchado, sólo por detrás de ‘Boom Clap’. Con aquella canción parecía ir a comerse el mundo, pero no, y un lustro después, ‘1999’ la confirmaba con la eterna popstar-to-be.
Y en eso se quedará Charli, en popstar-to-be, adorada por el público indie por algún motivo random como siempre que les da por apoyar a alguna muchacha puntual del pop, porque no deja de dar bandazos entre lo que es viablemente un éxito, y la canción al azahar que sabe perfectamente que va a consumir ella, el fan de Editors que quiere escuchar pop pero no que le critiquen y una tía suya de Angola que se mudó allí a buscar trabajo y como tiene la conexión fatal, sobrevive con la música que Charli le envía en CD a base de mixtapes.
El catalogo de hits y anti-hits. La que hoy nos ocupa se queda en esta segunda zona: ‘2099’ no tiene ningún viso de ir a funcionar, y por no tener, realmente no tiene ni a Troye Sivan. Vamos, hemos visto a Christina Milian poner voz a mucha más parte del catálogo de Jennifer Lopez sin salir siquiera acreditada. Sivan hace los coros, por decirlo de algún modo, y chimpún, el resto de la canción es Charli XCX.
Evidentemente, si ‘1999’ tenía como objetivo llevarnos al pasado, el objetivo de ‘2099’ es resultar futurista. Y si este es realmente el futuro, con esas melodías incomprensiblemente trenzadas, ese tipo de canciones Desigual -que parecen hechas con retales de seis temas distintos- y ese gusto por el feísmo, imaginamos a Mónica Naranjo tomando el control de Sony en apenas unos meses. Mark our words.